La Revolución de Terciopelo había triunfado y la
República Checa y Eslovaquia bifurcaban sus destinos para convertirse en
estados independientes.
Era el último estertor
de una URSS que ya había recibido la extremaunción y que únicamente
esperaba que le llegara la hora. Sin embargo, él ya no estaba allí.
Por aquel entonces Ivan Lendl vivía en Nueva York y ocupaba el número 1 del ránking de la ATP, un trono del que no se había bajado, salvo contadas excepciones, desde el 28 de febrero de 1983. Sin embargo, su camino de subida a la élite del tenis mundial había sido de todo menos fácil, puesto que, además de a sus rivales, tuvo que vencer a las trabas que le ponía un sistema obsoleto y a su propia vanidad: paladear tantos éxitos cuando todavía se es un adolescente puede convertirse en un plato de difícil digestión.
Aquel chico rubio nacido en Ostrava –actual Eslovaquia– el 7 de marzo de 1960 llevaba, inevitablemente, el tenis en su sangre, debido a que su madre había llegado a ser la segunda mejor tenista de toda Checoslovaquia. Lendl, que se convirtió en profesional a los 18 años, tendrá grabado de por vida el año 1978, cuando pudo participar por vez primera en Roland Garros, un bautismo en el que cayó en primera ronda. No en vano, sólo un año más tarde ya alcanzaría la primera de las 144 finales de individuales que jugó a lo largo de sus más de 12 años de carrera, aunque el húngaro Balazs Taroczy impidió que alzara el Torneo de Bruselas. Pese a todo, su primer entorchado no se haría esperar, ya que en 1980 inauguraría su palmarés ganando en Houston ante el local Eddie Dibbs. Comenzaba la leyenda de Lendl, al que aún le quedaba 93 trofeos que mostrar al mundo.
El tenista checoslovaco también saboreó las mieles del éxito bajo la bandera de su país cuando, en 1980, formó parte del equipo que conquistó la Copa Davis, un torneo que no pudo volver a jugar al ser sancionado por su propia federación tras mudarse a Nueva York en 1984. Fue ese año cuando conquistó su primer grande, Roland Garros, derrotando a McEnroe en una final en la que remontó un 0-2. Después de ese triunfo vendrían otros dos Roland Garros, tres US Open y un par de Abiertos de Australia, con la única espina de no haber sido capaz de ganar en Wimbledon y completar, así, el Grand Slam; pero las derrotas en 1986 y 1987 ante Boris Becker y Pat Cash, respectivamente, le alejaron de la excelencia.
Lendl, que se casó en 1989 con Samantha Frenkel –de cuyo matrimonio nacieron cinco hijas–, mantuvo duelos legendarios con mitos de la talla de Björn Bjorg, Jimmy Connors y Stefan Edberg. En 1992 obtuvo la nacionalidad norteamericana y se aficionó al golf hasta que en 2012 se convirtió en el preparador personal del escocés Andy Murray, que conquistó su primer Grand Slam bajo sus enseñanzas. Muchos se preguntaron cuál fue el secreto de su éxito que no residía en otro aspecto que no fuera el esfuerzo y la dedicación. 270 semanas en lo más alto de la ATP así lo corroboran. Felices 54, Ivan.