El Bayern cae en la emboscada

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Seis amonestaciones y un expulsado. 35 faltas. Vendajes, entradas feas y una buena dosis de gresca. El balance final del encuentro en Lviv bien podría traducirse en el parte bélico de una pequeña batalla. Y eso que en la antesala del duelo todo eran buenas maneras, feeling, buen rollo. Antes de viajar a Ucrania, el Bayern le tendió una mano a Ucrania con un donativo a un hospital de Lviv para sufragar el tratamiento médico de 60 niños. Desde los micros, Guardiola elogió el dilatado historial de Lucescu y el técnico rumano devolvió los elogios regalándole los oídos al entrenador del Bayern. Atrás quedaban las rencillas del pasado, cuando el entrenador del Shakthar criticó a voz en grito (“¡Vergüenza, vergüenza!”) un triunfo del Barcelona en Donestk, allá por 2008. Fair play, por encima de todo.


Sin embargo, en el momento en el que Undiano Mallenco hizo resoplar su silbato se acabó la cordialidad. Uno quiso hacer y el otro no le dejó; el uno fabricaba y el otro destruía; el uno apuntaba al marco contrario y el otro se empeñaba en sellar el suyo propio. Lucescu, zorro viejo, tendió una verdadera emboscada a los alemanes. Minas por todo el campo; también en el ego de sus seis jugadores brasileños, a los que trató de herir el orgullo con una referencia en la previa a la goleada histórica de Alemania a Brasil en el pasado Mundial, que por eso domina como pocos el registro de las emociones.

Desde el inicio, el Shakthar mordió, y el Bayern, que no admite displicencias y también se pone rudo si lo exige el libreto, entró al trapo con todo. Rafinha se las tuvo tiesas con Luiz Adriano, el cañonero del torneo con nueve dianas, dos palmos por encima del lateral; Serna repitió la escena con Boateng, en otro duplicado del punto y la i; y Shevchuk acabó con un vendaje tras un lance con Müller. Fue este el único que pudo alterar el biorritmo del partido, pero disparó demasiado alto después de una hermosa cesión de Ribéry.